TEMBLOR NO ES TEMOR Y SISMO NO ES CATACLISMO

Por: Eduardo Etchart Mendoza

Ciudad Guzmán, Jalisco.

23-09-2013

El encabezado se debe a que hace más de cincuenta años, oigo, leo y percibo que la gente exagera sus comentarios por los fenómenos telúricos, no tienen ellos en sí el riesgo que ahora les adjudican. Hay que enfatizar que los movimientos de tierra debido a los acomodamientos  de las placas tectónicas o de ajustes en el subsuelo, no tienen por qué preocuparnos. Aprovechando que hablamos del subsuelo,  nos percatamos que el gobierno mexicano tiene más de cincuenta años en no saber aprovecharlo para beneficio de los ciudadanos del país, manejando a su antojo la interpretación “legal” del artículo 27. Y ello es más grave e irreversible. -Preguntar a ejidatarios, afectados por el petróleo, gases, minería y cualquier otra industria extractiva-.

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En el mes de septiembre del 2012, por la calle Igancio Mejía en el centro de Zapotlán el Grande, Jalisco, se registro el movimiento de una falla geológica que corre desde el noreste de la población, atravesando gran parte de la ciudad, hasta llegar al tianguis municipal, en el suroreste de Zapotlán. A un año las autoridades no han podido dar solución concreta a los vecinos afectados por la falla. En un principio la calle permaneció cerrada, ahora está de nueva cuenta abierta a la circulación vehícular.

De regreso en el tema mi primera experiencia con un temblor fue la madrugada del día 28 de julio de 1957, en el Distrito Federal;  si fue muy sorpresivo y ello aumentó porque mi padre en su afán de protección nos hablaba preocupado y tajante para darnos instrucciones sobre un posible desplome del departamento que al final de cuentas no ocurrió. La prensa al día siguiente, y los posteriores, informó y lo más notorio fue la caída de la escultura metálica del llamado Ángel de la Independencia en el paseo de la Reforma.

Hubo más temblores con vivencias diferentes en 1962 y otros años –si los hubiera contado pasarían de doscientos reportados y trescientos ignorados-. Hasta que 28 años y casi dos meses después el 19 de septiembre de 1985, la falla tectónica volvió a reacomodarse provocando en el Distrito y aquí en Ciudad Guzmán severos daños. Intentando interpretar sigo sosteniendo que es más el error o el descuido del hombre al construir sus edificaciones sin cimientos o con malas estructuras arquitectónicas, que lo que la naturaleza afecta.

Sobran los ejemplos y las anécdotas aquí en la población de personas que vieron, sintieron y se percataron de las consecuencias del sismo. Pero si repasamos lo acontecido en las torres de la Catedral, del Santuario de Guadalupe y de las fincas. Podemos constatar que fue falla humana, torres mal calculadas en la primera construcción, fachada mal reconstruida en el Santuario. Casas habitación levantadas hace más de cien años con adobe o con ladrillo, pero edificadas más por necesidad o gusto que por cálculo y lo que es más grave por aprobación de su construcción del gobierno en turno. Los asentamientos irregulares –también- vienen a dañar, si el Ayuntamiento, el Catastro y Obras Públicas saben bien cuáles son las fallas o los recorridos de los arroyos que se forman en la montaña y que en época de lluvias descienden y minan la ribera de esas corrientes, no puedo aceptar que por negligencia o por insistencia se otorgue el permiso   de construir por más amistad, compadrazgo o benevolencia que se permita.

Hoy en día, que tanto se habla de ejercicio al aire libre o caminos para bicicletas, creo que esos tramos que cruzan la ciudad podían ser áreas de esparcimiento y diversión y no de un perpetuo pedirle a San José que no pasen desgracias, pues el error es de quien lo comete.

Mis ojos captaron muchos desastres en 1985 en el Distrito Federal, tantos que siempre añoré no haber traído conmigo una cámara de cine o  de fotografía para haber registrado ello. Quiero comentar que caminé esa mañana del día 19, el equivalente al ir y venir de aquí a Zapotiltic. Algo así como 25 kilómetros de las 8 de la mañana a las 5 de la tarde, entre otras cosas no había transporte público. Casas, edificios, cines, oficinas, locales, banquetas, calles, gente afectada,  todo dañado,  una locura colapsada y viviente;  han pasado 28 años, dos meses y no lo  olvido. Creo que esos fenómenos telúricos tienen su secuencia de tiempo y forma. No he podido confirmar, he hablado con geógrafos profesionales, con otro tipo de investigadores con acuerdos y desacuerdos. Sé que el sismo debe aparecer, es un hecho, igual que la lluvia, el oleaje, los huracanes, ciclones y cualquier fenómeno natural. Más que preparar a la gente para  ejercicios de desalojos se le debe concientizar, que se fije en donde vive, como construye y que resistencia tiene el lugar decidido para la habitación y que problemas tiene el entorno. Haciendo ello, cuando llegue el temblor, disfrútelo y verá que es mejor y más barato que pagar en la feria por un juego.

Publicado el septiembre 23, 2013 en -LA CIUDAD- y etiquetado en , , , , . Guarda el enlace permanente. 1 comentario.

  1. Estimado Etchar Mendoza. El hombre por naturaleza a dejado de lado su propia decisión para darle culpa a otros entes en cuanto a lo que sucede en los aspectos de la naturaleza.
    Coincido contigo en lo que apuntas, Mas que echarle la culpa a Dios. Bueno es que sopesemos nuestras fallas en cuanto a que, por no gastar tanto o por desconocimiento hagamos obras baratas y mal posesionadas Es tiempo aun de prevenir cada quien y las autoridades tomen parte del asunto. La Naturaleza es , y hace lo conveniente para su propia salud. Nosotros. Busquemos la Nuestra. Un abrazo.

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