Repensando nociones locales de soberanías alimentarias en el Sur de Jalisco
Publicado por Redacción La otra crónica
Por: Dra. Claudia Rocío Magaña González
Investigadora del Centro de Investigaciones en Comportamiento Alimentario y Nutrición (CICAN), de la Universidad de Guadalajara (U de G).
Ciudad Guzmán, Jalisco a 05 de mayo del 2015
Las transformaciones tecnológicas en la producción agrícola y la sustitución de sistemas de producción tradicionales por los industriales, experimentados a lo largo de más de medio siglo, han modificado la estructura de vida clásica centrada en la agricultura. Esto, a su vez, ha implicado la modificación, desaparición, innovación y/o actualización del papel de diversos actores sociales involucrados en procesos de producción, distribución y consumo de alimentos en diversas regiones de México.
En este contexto han surgido y renacido actores sociales preocupados por: a.) cuestionar el sistema económico neoliberal –que redunda en prácticas extractivas de la biodiversidad- (e.g. movilizaciónes y denuncias por diversos medios); b.) demandar “justicia” alzando la voz, por abusos cometidos en diversas regiones en México y América Latina y visibles en la desaparición de sistemas agrícolas rurales (e.g. uso de espacios públicos, políticos e internacionales para colocar a nivel formal transformaciones sustanciales, Tribunal Permanente de Pueblos –TPP-); y, c.) proponer y construir nuevas y/o alternas formas de vida, las cuáles inician con la transformación de un pensamiento centrado en “la economía monetarizada”, para transitar a un paradigma donde el ser humano y la naturaleza constituyen una unidad indisoluble en la que se cuidan y retroalimentan (e.g. cursos, capacitaciones, talleres, foros de reflexión e intercambios de saberes, ferias de economía solidaria, encuentros institucionales y fuera de ellos).
Muchas de las veces pensamos que el cuestionamiento del sistema económico y político emergido de estos actores sociales es visible en movilizaciones y denuncias a través de medios públicos. Y en efecto, estos constituyen armas sociales para presionar y visibilizar las condiciones de desigualdad e inequidad que se vive en el campo mexicano. Sin embargo, una característica de los procesos de construcción de soberanías alimentarias, por parte de campesinos y campesinas y/o grupos organizados de la sociedad civil en el sur de Jalisco, parten del uso de cualquier espacio, formal e informal para sentarse y preguntar qué sucede en el contexto en el que vivimos. A su vez, en estos espacios de reflexión no solamente se discute y comparten saberes y conocimientos, sino que se articulan prácticas y estrategias, se tejen redes y alianzas para que en la vida cotidiana se resista y construyan alternativas que atiendan necesidades básicas. Tal es el testimonio de un compañero campesino, en el cual nos compartió su experiencia en un encuentro entre campesinos y académicos que realizamos en Ciudad Guzmán, Jalisco en el año 2014:
“La estamos sintiendo, porque por todos lados están cerrando el círculo. Agraciadamente y poco a poco, vamos buscando opciones nosotros mismos, para atacar los problemas. Si nos quedamos sentados como dicen y nos ponemos a rentar nuestras tierras y lo que tenemos nos vamos a volver, este, depender de las compañías. […] Yo me dedicó a la producción de maíces criollos, cacahuate, frijol, jamaica, tenemos animales, leche, carne y otros productos. Si ustedes como académicos lo están sintiendo, ora nosotros que estamos en el campo que cada día llueve menos, que los programas que nosotros nos dedicamos a producir sanamente, porque yo ya me dedicó a producir sanamente”.
(Testimonio de compañero campesino, Julio 26 del 2014).
En este sentido, somos testigos y cómplices del surgimiento de movimientos campesinos, urbanos, religiosos, políticos y/o étnicos que reivindican prácticas locales, reelaboran discursos que valoran sus quehaceres y se articulan en redes locales y regionales como medio para hacer frente a necesidades alimentarias básicas de poblaciones locales y regionales. Estos actores sociales, no sólo reivindican la alimentación y alimentos en términos de nutrición, sino que incorporan una visión que busca recuperar la dignidad, la dimensión humana y política de la misma.
Es decir, que campesinos y campesinas, indígenas, organizaciones de la sociedad civil y profesionistas que regresan al campo en el Sur de Jalisco que reivindican: la “agricultura orgánica y/o tradicional”; “los mercados locales”; “los saberes tradicionales relacionados con las propiedades curativas de las plantas”; “el empoderamiento de la mujer a través de la diversificación de sus actividades”; “revaloración de los lazos comunitarios”; “la importancia de la familia en las actividades familiares”, centrado en la dignificación de la vida rural como medio de subsistencia y un arma efectiva para terminar con la dependencia al sistema económico y político dominante.
Estos movimientos reivindicatorios nos conducen al cuestionamiento del papel del Estado en un contexto neoliberal; así como abrir nuevos espectros y oportunidades para recuperar formas locales de comportamientos alimentarios que van más allá de las relaciones dependientes con el Estado y las empresas trasnacionales (e.g. programas de subsidios o campañas alimentarias). Esta breve descripción de un fenómeno global y amplio nos permite identificar un término político y académico usado –y tal vez abusado o tergiversado- a nivel mundial: la soberanía alimentaria.
Formalmente por soberanía alimentaria, término propuesto por La Vía Campesina (LVC) hacía la primera década del siglo y milenio presente, que se entiende como:
“[…] el derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas agropecuarias y en materia de alimentación, a proteger y reglamentar la producción agropecuaria nacional y el mercado doméstico a fin de alcanzar metas de desarrollo sustentable, a decidir en qué medida quieren sus autosuficientes, a impedir que sus mercados se vean inundados por productos excedentarios de otros países que los vuelcan al mercado internacional mediante la práctica del ´dumping´ […]”.
En este paraguas –nominal y de acción política- es que diversos grupos y actores sociales desarrollan sus propuestas locales-regionales como estrategias para revertir el orden político que propone el neoliberalismo. Sin embargo, estamos en una coyuntura importante ya que la proliferación – ¿auge? – de propuestas e iniciativas, acciones y decisiones propuestas por diversos actores sociales están desarticuladas o con muchos problemas para conformar frentes unitarios que logren resistir la inercia de un sistema alimentario y económico global. Es decir, no están exentos de conflictos y relaciones de poder hacía dentro de los mismos grupos.
De aquí surge la relevancia de repensar los alcances y limites de “las soberanías alimentarias”. Que cuestionemos algunos aspectos importantes sobre cómo se ha ido delimitando práctica y teóricamente estas formas de reorganización social de la humanidad en la que hombres y mujeres (género), generaciones, etnicidades y clases nos unimos y separamos. Y, al mismo tiempo, desde dónde se ha ido construyendo teóricamente dichas nociones.
A partir de ello surgen algunas preguntas que deberíamos tener presentes ¿Cuál es el paradigma histórico del que provienen las posibilidades de buscar otras formas de vida y alimentación –la lucha por la vida digna-? ¿Quiénes, dónde y cómo se están construyendo nuevas epistemologías para comprender las transformaciones alimentarias y por ende de movilización social para la defensa de alimentos y territorios? ¿Quiénes y cómo han trabajado metodológicamente la “soberanía alimentaria”?
La relevancia de cuestionarnos y respondernos a estas interrogantes nos permite reconocer que la alimentación es un problema de carácter político y social y no un mero condicionamiento biológico. Que alimentarnos es una decisión y una acción voluntaria –individual-colectiva- que se ejerce en el día a día. Es decir, es una acción política y un arma contra el poder vertical. La propuesta es entender y profundizar en la alimentación desde una perspectiva política para ejercer poder y control sobre lo que es verdaderamente importante “la dignificación del alimento en la mesa”.
Publicado el May 5, 2015 en LA SOCIAL, LAS OPINIONES y etiquetado en Agricultura orgánica, Alimentos básicos, CICAN, Claudia Magaña, Libertad, Soberanía alimentaria, transnacionales, UdeG. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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